Hay madrigueras y madrigueras. Conozco una particularmente particular. Habitación 47, una pequeña sala donde viven tres conejos. Siempre que llega uno de ellos, el público aplaude. De vez en cuando suenan risas enlatadas. De pronto suena el teléfono. Para encontrarle el sentido debes entrar allí. Tu sombra será la de un conejo. No estás ni vivo ni muerto. Solo dentro de una madriguera, en busca de la verdad. Pero ¿queremos conocer la verdad? Decir con claridad lo que se está expresando de forma oscura es revelar la vanidad de lo oscuro. Tal vez haya historias que no deban ser entendidas. O tal vez para ello necesitemos viajar al universo de las lombrices. Universo que solo conoce un Dios: David Lynch. Pero ¿qué es el universo de las lombrices?
"Hay sueños simbólicos y una realidad simbolizada por tales sueños. O bien una realidad simbólica y unos sueños simbolizados por tal realidad. El símbolo es lo que podría denominarse el alcalde honorario del universo de las lombrices. En el seno de este universo no resulta asombroso el hecho de que una vaca ande buscando unas pinzas. Y es probable que, si las busca sin desfallecer, llegue a encontrarlas, más pronto o más tarde. Aunque éste es un problema que no me concierne.
Sin embargo, en el supuesto de que la vaca pueda hacerse con las pinzas valiéndose de mí, la situación cambia radicalmente. Sucede entonces que me veo forzado a penetrar en un universo regido por una lógica que nada tiene que ver con la que rige en el mío. Y una vez dentro de este universo de lógica tan diferente , lo más angustioso es que las conversaciones son diálogos inacabables e incongruentes. Le pregunto a la vaca: "¿para qué quieres unas pinzas?". Y ella me responde: "Porque no tengo nada que llevarme al estómago. Le pregunto: "si lo que tienes es hambre, ¿para que necesitas unas pinzas?" Ella responde:"Para sujetar la rama de un melocotonero" Le pregunto "¿por qué de un melocotonero?" Ella responde: "oye, ¿acaso no te he dado mi ventilador?" Y así podríamos seguir por los siglos de los siglos. De modo que, mientras se desarrolla esta conversación insoportablemente absurda, la vaca empieza a parecerme odiosa, y yo le resulto cada vez más antipático. Así es el universo de las lombrices. Para escapar de él, no hay más camino que tener otro sueño simbólico".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
...
ResponderEliminarLynch me asusta.
ResponderEliminar